Somos funcionales a entidades superiores que nos utilizan en las más variadas situaciones. No somos conscientes que actuamos de acuerdo a sus directivas, que vienen a nosotros a través de pensamientos que creemos propios. En cada situación hay dos o más caminos posibles programados desde el bien (belleza, amor, construcción, positivo, etc.), y desde el mal (dolor, odio, destrucción, negativo, etc). Dependiendo ahí sí de nuestro albedrío, al decidirnos por una u otra opción. No nos damos cuenta que estamos monitoreados permanentemente y que todo a nuestros alrededor ha sido puesto como en un set de grabación. Al mejor estilo de Truman show. Algunos intuyen que esto es así y se confunden o entran en paranoia. Otros, mejor preparados u osados aceptan el reto y transforman su vida en una vertiginosa aventura. Y nuestra vida dependerá del autor, guionista y director que nos toque y la historia que se quiera producir. Dependiendo de nosotros que aceptemos ser los protagonistas principales o tener un rol secundario o un simple extra. Todos los que fueron o están por venir son los espectadores que se nutren de nuestra energía emanada, por múltiples vivencias que nos toca participar. ¿Y qué pasa con nosotros? Así como fuimos gestados y nos formamos en el vientre de nuestra madre; y cuando llega el momento de nacer, podríamos pensar que dejaríamos de existir. Pero nacemos. Al vivir como seres humanos, crecemos y morimos. Pasamos a otra existencia en otra dimensión, siendo espectadores, cocreadores y dependiendo de la energía emocional generada en este Mundo Teatro Irreal.
sábado, 25 de noviembre de 2017
Suscribirse a:
Entradas (Atom)