Era un sueño vívido donde iba al baño a orinar.
Al mirarme en el espejo del botiquín una luz grande como el Sol me encegueció haciendo que cerrara los ojos.
Cuando los abrí eran dos círculos de luz intensos que me obligaban a dejar de verlos.
Para pasar luego a ver mi cuerpo de espaldas donde mi cabeza era la de un ave con plumas marrones, negras y doradas.
Fue tremenda la sorpresa cuando ya aparecí de frente y era un halcón que me miraba fijamente.
Desperté bañado en sudor, era el amanecer de un verano y un rayo de sol me daba en ambos ojos por una rendija de la ventana.