martes, 21 de abril de 2009
Yo, el peor de todos.
Parece que es así, nomás. Soy lo peor. Construí una vida sin precio. ¿Cómo es eso? Si me quieren tentar con dinero, pierden el tiempo. No me interesa. Tampoco la fama, el honor, el ser bueno. Pueden calumniarme, difamarme, desacreditarme, etc. Tampoco mi vida, la salud, el dolor, la tortura, la opresión; qué importan? Muchas veces he muerto y volví a encarnar; como tantas otras veces me sentí destruído y volví a empezar. Y lo que no tiene precio y para muchos sí lo tiene. No formé una familia, ni hay hijos que me alegren o me lloren, y debería por ellos, llegado el caso, claudicar. Sí, megalómano, idealista, loco, demente, mesiánico, utópico, etc. Qué importa ya. Es lo que soy. El peor de todos.